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Sociedad de Literatura Lunar se complace en presentar: Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin

jueves, 11 de noviembre de 2010

La casa encendida -Luis Rosales- (1949)

Poema complejo y denso debido en parte a la unidad de su mensaje, pero también por lo que es su gran logro; el de la "poesía total" de posguerra. Luis Rosales no renunciaba a ningún lenguaje en su discurso, lo cual obliga a unas cuantas relecturas solo para identificar cual de ellos usa en cada momento. Lleno de figuras y ensoñaciones a la par que inmediato y cercano, Rosales habla y nos acerca a la memoria como fuente de amor, de recuerdos que son y fluyen como el amor que uno siente ante el presente, incluso más poderoso, evocador y conciliador. La memoria de su gran amigo de la infancia, de su cuidadora o de sus padres es una presencia permanente de la que Rosales se alimenta solo para constatar que viven ahí, que son ahí, y también le sirve para reconocer que no pudo vivirlos a todos, sentirlos a todos juntos, entendiendo, tal vez esa forma en la que se nos entrega la felicidad; por fascículos y en esa memoria que tampoco es plena, ni permanente de lo más querido.

Como todo libro de poemas, habla de muchas cosas, pero me quedaran para siempre en la memoria total, algunas imágenes muy potentes;

[Las persona que no conocen el dolor son como iglesias sin bendecir]

o

[pero yo sé bien, muy tristemente bien,
que no tengo invitados,
que me estoy convocando y reuniendo a mí mismo
en partes dolorosas que no conviven juntas,
que nunca completaron su unidad,
que nunca podré ser
sino tan sólo un hombre sucesivo que se dice con sombras]

o

[el dolor es la ley de gravedad del alma,
llega a nosotros iluminándonos,
deletreándonos los huesos,
y nos da la insatisfacción que es la fuerza con que el hombre se origina a sí mismo]

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