Sociedad de Literatura Lunar se complace en presentar:

Sociedad de Literatura Lunar se complace en presentar: Los desposeídos, de Ursula K. Le Guin

miércoles, 8 de junio de 2011

El juego del narrador.

Decía Freud en “El poeta y los sueños diurnos” que el niño, al jugar y trastocar el mundo para hacerlo propicio al juego, crea una realidad nueva, y ¿No es ese el oficio del poeta? ¿Mostrarnos este mundo con unos ojos nuevos, favorables para la emoción?
No es necesario quedarse en la más pura de las literaturas para entenderlo así; crear es el más apasionante y dilatado de los juegos, y solo atreviéndose uno a jugar con nuevas reglas y arriesgando mucho, apostando fuerte, se encontrarán nuevas tierras y con suerte, fértiles praderas para sembrar allí semillas de originalidad. Nada hay más poderoso que el influjo de la narrativa para despertar la herramienta más asombrosa que amuebla la mente humana; la imaginación. Un edificio, por hermoso e innovador que sea siempre tendrá unas funciones delimitadas, finitas. Las posibilidades de una cuartilla de papel son infinitas, es así de sencillo y no merece la pena matizarlo, y no hay forma matemática ni ingeniería que acote el infinito… solo el juego; el libre, recreado y placentero juego.
Para jugar a cualquier cosa debe consensuarse unas normas cuya finalidad, lejos de amordazar la voz de la emoción, deben fomentarla tanto como sea razonable a la naturaleza del juego; una vez hecho esto comienza la diversión. De la misma manera el autor crea un marco ficticio en el que sus criaturas tomaran cuerpo en función del tiempo (cronológico e histórico) del estilo, el ritmo, o cualquier otro parámetro necesario para comandar el teatro de operaciones. Dentro de esas pautas, necesarias solo para evitar el absurdo, todo debe ser posible, todo. La única frontera está en la mente del creador; de esta manera el juego queda absorbido y perfectamente delimitado dentro de una función adulta que muy probablemente sea el segundo oficio más antiguo del mundo; el de narrador. Es el juego, y no solo inventarlo, sino  proponerlo y jugarlo, como pieza secundaria y prescindible si se puede, la mejor baza que podemos jugar desde nuestra piel de creadores.


Román Emiliano Martínez García


No hay comentarios:

Publicar un comentario